La charla se propuso como un espacio de reflexión sobre los fundamentos curriculares, epistemológicos y didácticos del área de Educación Tecnológica, recuperando debates centrales sobre los conceptos estructurantes y las estrategias didácticas del área.
Desde una mirada amplia y contextualizada, Daniel Richar planteó la necesidad de revisar las preguntas fundantes del campo: ¿qué enseñar y cómo hacerlo en un escenario marcado por el vertiginoso cambio técnico, la expansión de las tecnologías digitales y las tensiones entre lo global y lo local?
A lo largo de la exposición, Daniel sostuvo que la Educación Tecnológica debe consolidarse como una disciplina escolar con identidad propia, cuya finalidad principal sea contribuir a la formación de ciudadanos capaces de comprender, analizar e intervenir críticamente en el mundo artificial.
En esa línea, enfatizó que la enseñanza del área no puede limitarse al aprendizaje de usos instrumentales o a la actualización frente a las innovaciones técnicas, sino que debe orientarse al desarrollo del pensamiento tecnológico: una forma específica de conocimiento que integra saberes conceptuales y la construcción de habilidades específicas, que permite comprender analizar, reflexionar y además intervenir en la cultura material-
Entre los temas abordados, Richar destacó la importancia de enseñar conceptos nodales en Educación Tecnológica que actúen como estructuras de sentido estables frente al dinamismo de las innovaciones. Citando a Marc de Vries (2001), invitó a pensar cómo enseñar sobre la base de las tecnologías de ayer y de hoy para que los estudiantes puedan entender las del mañana, promoviendo así una mirada prospectiva que trascienda la obsolescencia de los conocimientos instrumentales.
Asimismo, retomó los criterios de selección de contenidos propuestos por Zabalza (1995), señalando la necesidad de privilegiar saberes representativos, duraderos y transferibles, que reflejen los núcleos conceptuales de la disciplina. Estos criterios —representatividad, ejemplaridad, significación epistemológica, transferibilidad, durabilidad y especificidad— orientan la tarea docente hacia la construcción de propuestas de enseñanza que articulen la coherencia epistemológica del área con las necesidades formativas de los distintos contextos educativos.
Richar abordó también la cuestión de la organización de los saberes en Educación Tecnológica, proponiendo estructurarlos en torno a tres dimensiones fundamentales: procesos tecnológicos, medios técnicos y reflexión sobre la tecnología. Esta organización, explicó, permite dar sentido a la enseñanza y evitar abordajes fragmentados o exclusivamente descriptivos. En este marco, destacó la relevancia de los enfoques epistemológicos que sustentan el área —sistémico, de procesos, funcional, intencional y sociotécnico— y el aporte de disciplinas como la filosofía de la técnica, la sociología, la antropología, la historia de la tecnología y las ingenierías.
Uno de los ejes más valorados de la conferencia fue la reflexión sobre la resolución de problemas como estrategia didáctica central. Richar sostuvo que los problemas, entendidos como situaciones abiertas con restricciones que orientan la búsqueda de soluciones, constituyen un potente organizador de la enseñanza, ya que promueven el pensamiento crítico, la creatividad y el trabajo colaborativo. Al generar conflicto cognitivo entre lo que los estudiantes saben y lo que necesitan saber, las situaciones problemáticas permiten construir aprendizajes significativos y desarrollar capacidades de análisis, planificación y evaluación.
En relación con las capacidades específicas que promueve el área, se mencionaron, entre otras: la identificación y análisis de problemas técnicos, la planificación y gestión de proyectos, la representación de información técnica, el análisis de procesos, sistemas y artefactos, y la modelización. Estas capacidades integran lo conceptual y lo procedimental, y se vinculan directamente con los propósitos de la Educación Tecnológica como campo formativo.
Hacia el cierre, Richar señaló que la enseñanza en este campo debe atender a criterios de organización y secuenciación de contenidos que combinen la lógica disciplinar con la práctica pedagógica. Desde una perspectiva constructivista, la enseñanza debe favorecer la apropiación progresiva de conceptos y procedimientos, respetando los procesos cognitivos de los estudiantes y brindando oportunidades para la reflexión, la experimentación y la construcción colectiva del conocimiento.
En síntesis, la conferencia constituyó una valiosa oportunidad para repensar los saberes comunes y las estrategias didácticas de la Educación Tecnológica en la escuela, reafirmando su papel en la formación integral de los sujetos. Enseñar tecnología —planteó Richar— no es enseñar sobre objetos, sino sobre procesos, relaciones y decisiones humanas que configuran los modos en que habitamos el mundo. Por ello, la Educación Tecnológica se consolida como un espacio privilegiado para formar ciudadanos críticos, creativos y responsables en el uso y desarrollo de las tecnologías.
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