El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) ha sido, desde su fundación en 1957, un organismo clave en la articulación entre conocimiento científico y necesidades productivas del país. Su existencia encarna la posibilidad de un desarrollo nacional basado en la soberanía tecnológica, con una fuerte impronta federal y una visión de inclusión. Sin embargo, su desmantelamiento reciente pone en cuestión no solo la continuidad institucional, sino también nos interpela desde el ámbito educativo, en tanto proceso que forma ciudadanos críticos capaces de comprender las relaciones entre tecnologías y sociedad.
La historia del INTI muestra cómo las tecnologías públicas no son neutrales ni meramente técnicas: constituyen políticas concretas orientadas a producir inclusión, innovación, desarrollo productivo y mejora de la calidad de vida. Las tecnologías "ejercen agencia", configuran relaciones sociales, distribuyen oportunidades y afectan directamente el bienestar de los pueblos. En ese marco, el INTI no solo ofrecía más de 8.500 servicios técnicos y de innovación, sino que también era parte de una política pública orientada al fortalecimiento de capacidades tecnológicas propias, con un profundo impacto en PyMEs, cooperativas, economías regionales y comunidades productivas de todo el país.
Las transformaciones recientes que afectan al INTI pueden ser leídas como el resultado de disputas políticas y culturales sobre el modelo de país deseado. La decisión de desarticular parte de su estructura, despedir trabajadores especializados, centralizar funciones y convertirlo en una unidad organizativa con menor autonomía no responde a una necesidad técnica, sino a una estrategia de reconfiguración del vínculo entre el Estado, la ciencia y el sector productivo. En este sentido, lo que se juega no es solo la existencia de un organismo, sino la posibilidad de sostener trayectorias sociotécnicas de desarrollo con justicia social y federalismo territorial.
Estas discusiones resultan especialmente significativas en el campo educativo. Promover una formación crítica y comprometida implica recuperar casos como el del INTI para reflexionar sobre el modo en que el conocimiento, la técnica y las decisiones políticas están entrelazadas. El debilitamiento de instituciones como el INTI demuestra que la pérdida de capacidades técnicas implica también pérdida de autonomía, de trabajo calificado, de soberanía económica, y de posibilidad de imaginar futuros distintos.
En este contexto, educar implica también desarrollar en estudiantes y docentes la capacidad de leer críticamente las políticas vinculadas al desarrollo tecnológico, de reconocer en cada artefacto o sistema productivo las huellas de decisiones políticas, disputas de poder, contextos sociohistóricos y alianzas sociotécnicas. No se trata solo de enseñar contenidos, sino de comprender para qué, para quién y con qué consecuencias se genera y se aplica el conocimiento. Retomar el enfoque del análisis sociotécnico en clave pedagógica permite, entonces, no sólo una mejor comprensión del presente y la interpretación del pasado sino también una invitación a construir futuros alternativos.
Hacer foco en el caso del INTI, es una oportunidad ineludible para pensar la tecnología como proceso sociocultural. Su trayectoria, sus aportes y su actual desmantelamiento deben ser abordados desde una perspectiva crítica que combine análisis técnico, reflexión política y compromiso educativo. Porque es importante reconocer que no hay tecnologías sin política, ni política sin tecnologías. Y porque, en definitiva, el país que queremos también se juega en las aulas, en las investigaciones, en los espacios de formación y en las decisiones sobre qué y cómo enseñar.
Estado actual: crisis y recortes
En los últimos meses, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), organismo emblemático del desarrollo tecnológico y productivo argentino, se ha visto profundamente afectado por una serie de medidas impulsadas por el gobierno nacional. A través de los decretos 461, 462 y 463 del año 2025, el gobierno encabezado por Javier Milei avanzó en una reestructuración que transformó al INTI en una simple unidad organizativa dependiente de la Secretaría de Industria, quitándole su histórica condición de ente autárquico. Esta decisión significó una pérdida sustantiva de autonomía institucional y funcional, tal como lo detallan medios como Infobae, Perfil, Tiempo Argentino y Página 12, que advierten sobre el vaciamiento técnico y político que esta medida representa.
Lejos de tratarse de una reorganización administrativa menor, esta transformación vino acompañada de una serie de acciones que comprometen la capacidad operativa del instituto. Según informó El Argentino Diario, se anunciaron despidos masivos de personal técnico y profesional, cierres y fusiones de centros regionales y una política de centralización que va a contramano de la impronta federal que históricamente caracterizó al organismo. Estas decisiones no solo afectan a quienes trabajan en el INTI, sino también a cientos de pequeñas y medianas empresas que dependen de su asistencia para garantizar calidad, innovación y competitividad.
En este contexto, defender al INTI no es una consigna corporativa ni nostálgica, sino una forma de apostar por un país que valore el conocimiento, la industria, la ciencia aplicada y la construcción de soberanía tecnológica. Su desmantelamiento no solo interrumpe procesos en marcha, sino que también socava la posibilidad de construir un futuro con desarrollo autónomo, justo y sustentable.
Relevancia tecnológica y rol estratégico
Uno de los aportes más significativos del INTI ha sido su capacidad para brindar servicios técnicos de alto nivel: más de 8.500 intervenciones anuales en áreas como metrología, certificación, control de calidad, desarrollo de nuevos productos, capacitación y asistencia técnica. Esta labor ha permitido mejorar los procesos productivos de cientos de empresas, elevar sus estándares de calidad y abrirles la puerta a nuevos mercados tanto nacionales como internacionales. Tal como reconocen fuentes oficiales y medios especializados, el INTI ha sido clave en la generación de empleo, en el fomento del agregado de valor en origen y en la sustitución de importaciones, reduciendo la dependencia tecnológica del país.
Además, el INTI se destaca por su carácter federal. Con presencia en las 24 provincias a través de 52 centros distribuidos por todo el territorio, ha logrado democratizar el acceso a la tecnología y la innovación, acercando soluciones técnicas concretas a las realidades productivas de cada región. Esta descentralización no solo garantiza equidad territorial, sino que también potencia las capacidades locales, permitiendo que el conocimiento no quede concentrado en los grandes centros urbanos y que el desarrollo llegue a todas las economías regionales.
En tiempos donde el futuro del país se juega también en la capacidad de generar tecnología propia, de cuidar el conocimiento acumulado y de promover un modelo de desarrollo con inclusión, el INTI es un organismo fundamental para este proceso. Su importancia no radica únicamente en sus laboratorios o sus técnicos especializados, sino en el entramado de vínculos que ha sabido construir entre el Estado, la industria, el sistema científico y las comunidades.
La Argentina es una tierra de talento y creatividad, ha sido cuna de múltiples invenciones que marcaron un antes y un después a nivel mundial. Desde el bypass cardíaco desarrollado por René Favaloro hasta la birome de László Bíró, pasando por el colectivo, el helicóptero funcional de Pateras de Pescara, el sistema de identificación por huellas dactilares de Vucetich, la jeringa descartable de Arcusín, la transfusión sanguínea de Luis Agote o el primer corazón artificial total implantable creado por Domingo Liotta, estos avances no surgieron en el vacío. Fueron posibles gracias a contextos donde existían políticas públicas, instituciones estatales y entramados científico-tecnológicos que acompañaban, financiaban y valoraban la investigación, la innovación y la aplicación de conocimientos al servicio de la sociedad. El Pulqui, como símbolo de soberanía aeronáutica, y el rastrojero, como vehículo utilitario de producción nacional, también dan cuenta de este legado.
El fortalecimiento de instituciones como el INTI, lejos de ser un lujo, es una condición de posibilidad para que nuevas generaciones científicos/as y tecnólogos/as puedan continuar esa tradición, para promover la capacidad de un país de generar sus propias soluciones, de potenciar sus saberes locales y de proyectarse con dignidad y autonomía en el concierto global. Y es, sobre todo, defender el derecho a imaginar un futuro propio, sustentado en el conocimiento, la equidad y la creatividad colectiva.
Fuentes:
Gobierno de la República Argentina. Argentina.gob.ar. https://www.argentina.gob.ar/. Consulta el 13 de julio de 2025
Infobae. (2025, 26 de junio). Trabajadores del INTI cortaron parcialmente la avenida General Paz en reclamo por los recortes. https://www.infobae.com/sociedad/2025/06/26/trabajadores-del-inti-cortaron-parcialmente-la-avenida-general-paz-en-reclamo-por-los-recortes/
Página/12. (2525, 7 de julio). Protestas en la puerta del INTI ante su inminente desguace. https://www.pagina12.com.ar/840125-protestas-en-la-puerta-del-inti-ante-su-inminente-desguace-p
Perfil. (2025, 4 de julio. "El Gobierno no sabe a qué se dedica el INTI": alerta de Jorge Schneebeli por el plan de centralizar organismos clave. https://www.perfil.com/noticias/bravotv/el-gobierno-no-sabe-a-que-se-dedica-el-inti-alerta-de-jorge-schneebeli-por-el-plan-de-centralizar-organismos-clave.phtml
Tiempo Argentino. (2025, 28 de mayo.). Desmantelamiento del INTI. https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/desmantelamiento-inti/
Colaboradoras: Mariana Casas y Mariana León